Llevo tiempo dando vueltas a este tema y precisamente en su mensaje para el Día Internacional de la Danza 2015, Israel Galván, bailaor y coreógrafo español, ha expresado en buena parte lo que yo pienso:
Me gusta la palabra fusión. No como palabra de marketing, confusión para vender un determinado estilo, una marca. Mejor fisión, una mezcla atómica: una coctelera [...]. Y con todos estos ingredientes hacer una bebida agradable e intensa, que esté rica o amarga o se te suba a la cabeza. Nuestra tradición también es esa mezcla, venimos de un cóctel y los ortodoxos quieren esconder su fórmula secreta. Pero no, razas y religiones y credos políticos,¡todo se mezcla!, ¡todos pueden bailar juntos!. Quizás no agarrados, pero sí unos al lado de los otros.
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Foto: Michael Shaheen |
Fusión: Con origen en el latín fusĭo, el concepto de fusión permite describir al acto o consecuencia de fundir o fundirse (es decir, de derretir y licuar diversos cuerpos sólidos como el caso de los metales y lograr que de dos o más cosas quede sólo una).
Lo dice claramente el diccionario, para fundir hay que tener dos cuerpos sólidos, licuarlos y conseguir que quede sólo uno. Nadie dijo que fuera fácil. Fusionar en Danza significa dominar plenamente un estilo, entender su estructura, su funcionamiento, interiorizar sus flujos. Eso implica muchos años de práctica, de investigación, de comparaciones y de trabajo. Implica por lo tanto que fusionamos algo que ya tenemos, como mínimo dos elementos a fusionar. No podemos fusionar lo que no tenemos. Siguiendo con la metáfora culinaria de Galván, digamos que un cocinero no puede hacer cocina fusión si antes no sabe cocinar. Obvio.
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Foto: Frank Kovalchek |
La Danza la hacen los que danzan, y a veces llega un momento en que un estilo se queda pequeño, el movimiento se hace repetitivo y no canaliza nada, sólo ahoga al creador y lo apaga, a no ser que evolucione, que piense, que investigue... y que de un paso más. Puede que se equivoque, o que no consiga nada (no todo puede fusionarse), pero si no fuera por esos intentos hoy no tendríamos flamenco o swing, por poner ejemplos bien populares y conocidos.
Como dice Israel Galván, bailemos juntos! Así podremos aprender los unos de los otros y cuando un movimiento nos ahogue, tomar prestado otro, para poder seguir creando y para poder seguir bailando, que es lo que importa.